La exposición “Contraste simultáneo”, que inauguró ayer en la Fundación Osde, propone un diálogo de más de 100 obras de las colecciones de ese espacio y del Fondo Nacional de las Artes, a partir de núcleos conceptuales en los que convergen piezas de artistas modernos y contemporáneos.

Con la co-curación de Juan Balza y Gonzalo Maciel, ambos del Fondo Nacional de las Artes (FNA), la exposición reúne 105 obras de 94 artistas argentinos -a excepción de Joaquín Torres García, uruguayo- que van desde 1885 a la actualidad.

La muestra ensaya un relato a dos voces -una pública, otra privada- sobre la historia del arte argentino a partir de seis núcleos temáticos que no responden a la linealidad temporal sino a afinidades estéticas o conceptuales o incluso a contrastes.

Sobre el título de la muestra, “Contraste simultáneo”, explica Maciel: “Refiere a una característica del comportamiento del color, donde el color no es percibido tal cual sino en relación a los de su alrededor. Eso traducido a la curaduría refiere al sentido que se le aplica a las obras, como aquí: cada obra cobra su sentido en función del contexto en el que se encuentra”.

El retrato como eje conceptual es la puerta de entrada a la exposición con tres fotografías de Guadalupe Miles, Ananké Asseff y Sabrina Kadiajh de cuerpos en el agua que despiertan sensaciones opuestas como el goce o la asfixia,

Al lado, “Presentación”, una obra clásica de Próspero López Buchardo de una joven parece posar en el día de su presentación a la vieja usanza, se contrapone a una pieza de Martín Di Girolamo hecha en masilla de una mujer con la camisa desabrochada sobre una cama. “Son contrastes electivos y abiertos que esperamos que el espectador complete”, dicen a dúo los curadores.

Ese juego del contraste toma fuerza con seis obras de retratos que muestran a mujeres -el contraste no es por el género sino por las técnicas- de distintas épocas y estéticas, como el encuentro entre una pintura de Fernando García del Molino, el retratista de la Federación como se lo llamaba, de 1885; otra de Lino Enea Spilimbergo de 1936 y una fotografía del artista pop Marcos López.

Otro núcleo central de la exposición es “Imaginarios utópicos” con obras de Joaquín Torres García, Xul Solar, Jorge de la Vega, Claudia del Río, Cristina Schiavi o Luis Felipe Noé, que aquí se encuentran en conjunto por “afinidad de cierta poética narrativa de imaginarios, de ensoñación y de lo onírico”, cuenta Maciel.

En otro tono, el eje “Reflejos de la denuncia” reúne obras que abordan la violencia, el encierro y la denuncia, como unos cuadros de María Rosa Andreotti del rostro de un desaparecido cuyas sombras están trazadas por números que van del 1 al 30.000.

Este recorrido se cruza con otro eje temático, “La fábrica”: la referencia es a las fábricas en sí, pero también a la industria, a la fuerza de trabajo y a lo obrero, elementos muy presentes en el arte argentino; muchas de ellas aluden visualmente a la chimenea, como el paisaje en acuarelas de Emilio Pettoruti, la imagen polaroid de Carolina Furque y el acrílico de Omar Panosetti.

Además de esos núcleos temáticos, la muestra la completan otros dos ejes: “Documentación de lo natural” con obras de artistas que exploran la naturaleza; y finalmente, el eje “Artificios” que reúne una serie más gráfica con obras de artistas como Eduardo Stupía, Fabiana Ímola, Martín Villalonga, Juan Astica y Liliana Parra.